Por MARlANO MOSQUERA*
Mariano Mosquera, director del Centro de Estudios La Franja y la Ruta de la Universidad Católica de Córdoba (Argentina).
UNA serie de políticas públicas de alto impacto en ciencia y tecnología desde 1978, sumado al rol central que China le asignó a determinadas ciudades y regiones estratégicas, permitieron el desarrollo del ecosistema de innovación más dinámico y competitivo del mundo actual.
Las políticas chinas de diciembre de 1978, conocidas como Reforma y Apertura, resaltaban cuatro modernizaciones necesarias para China: la agrícola,la industria, la defensa nacional y,finalmente, la ciencia y tecnología.En este último caso, desde el Programa de Investigación y Desarrollo de Tecnologías Clave de 1982, China ha implementado una gran cantidad de políticas de alto impacto, orientadas al desarrollo de sus universidades, a la formación de talento humano, a la creación de parques científicos y tecnológicos, al desarrollo de infraestructura en diferentes regiones estratégicas y a facilitar la transferencia tecnológica entre agentes y sectores.En 2012, la República Popular China comenzó a manifestar explícitamente que su economía debía ser dirigida y guiada por la innovación y en 2015 se difundió el Plan Made in China, orientado a establecer metas para el a?o 2025 y destinado a transformar los métodos de producción en China hacia bienes y servicios de mayor valor, con fabricación inteligente y sustentable.
En cuanto a la construcción de capacidades para la innovación, China ha tenido logros destacados en las últimas décadas.Según un estudio de 2018 del Instituto del Banco Asiático de Desarrollo, en los indicadores deinput,China ha pasado de un 0,6 % en I+D con relación a su PIB en la década de 1990 a valores similares a los países de la OCDE en la actualidad (entre un 2 %y 3 % de I+D con relación al PIB).En cuanto a cantidad de investigadores,China superó en 2005 a Estados Unidos.En lo que se refiere a indicadores deoutputde la innovación, China ha pasado de 13.000 patentes (radicadas en Estados Unidos) entre 2000 y 2009 a más de 45.000 entre 2010 y 2015.La exportación en alta tecnología china también ha crecido considerablemente, de unos 200 billones de dólares a mediados de la década de 1990 a unos 1500 billones de dólares en 2015.También, algunos estudios académicos calculan que el crecimiento promedio anual de 8,4 puntos porcentuales del PIB de China entre 2010 y 2013 le debe nada menos que 3,4 puntos porcentuales a la innovación tecnológica.
En el marco de las políticas de Reforma y Apertura de 1978, China definió una estrategia central para su modelo de crecimiento: crear Zonas Económicas Especiales.Estas zonas se concibieron como una experimentación cultural y política-administrativa de economía de mercado en los territorios ya más cosmopolitas de China.Con el objetivo principal de construir el concepto de economía de mercado socialista o de una economía de mercado con características chinas, estaszonas lograron dinamizar el desarrollo de todo el territorio chino, inaugurando el periodo de mayor progreso de un país en la historia de la humanidad.Es decir, se trata de zonas con determinadas facilidades escalonadas en políticas de inversión extranjera,comercio y cooperación internacional,bajo incentivos competitivos y destinadas a funcionar como ventanas de oportunidades para el resto de China.En la actualidad, con las nuevas y numerosas zonas y áreas especiales, se ha reforzado a una gran cantidad de ciudades y regiones chinas como puntos focales de la innovación.
11 de noviembre de 2020.Una empleada de una empresa de comercio electrónico en la ciudad de Wuxi, provincia de Jiangsu, responde las consultas de clientes y vende productos. Cnsphoto
El caso de la Gran área de la Bahía de Guangdong-Hong Kong-Macao resulta paradigmático en este sentido.Se trata de una región con nuevas áreas especiales (áreas especiales dentro de zonas económicas especiales) y con una profunda articulación como región basada en la infraestructura clave.Esta coordinación de nueve ciudades de la provincia de Guangdong (Zhuhai, Guangzhou, Shenzhen, Foshan,Huizhou, Dongguan, Zhongshan,Jiangmen y Zhaoqing) y dos regiones administrativas especiales (Hong Kong y Macao) favorece la innovación permanente, a partir de la combinación de las diversas perspectivas institucionales y económicas de los agentes empresariales, académicos y gubernamentales.Se prevé que la Gran área de la Bahía alcanzará el producto bruto regional más alto del mundo en 2030.
Desde 2014, en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, América Latina comenzó a observar nuevas oportunidades en su relación con China.Si bien la Iniciativa de la Franja y la Ruta es un producto histórico que es extensión de la antigua Ruta de la Seda, actualmente adquiere un significado global con todas las regiones del mundo, incluida América Latina.Los estudios académicos sobre la Iniciativa de la Franja y la Ruta definen objetivos para China, entre otros: ampliar vías hacia el oeste para desarrollar regiones y mercados occidentales, y estimular sectores industriales.Específicamente en materia de cooperación tecnológica,la denominada Ruta de la Seda Digital parece integrar (aunque de forma incipiente aún) las estrategias, estándares y la propia extensión de políticas públicas de China en la materia.El término Ruta de la Seda Digital aparece de manera oficial en el documento del Consejo de Estado de China de 2016“XIII Plan de Informatización Nacional”, donde se destaca la construcción conjunta -con cooperación- del desarrollo global de la economía digital y del progreso de las nuevas tecnologías de la información, con eje en las empresas y fomentando alianzas de servicios para la innovación.
Ante la importancia económica y tecnológica del ecosistema de innovación en China, en sus ciudades y regiones particulares, y ante el surgimiento del marco de cooperación de la iniciativa de la Ruta de la Seda Digital, América Latina se encuentra ante nuevas oportunidades de desarrollo.Esto es así ya que los actores latinoamericanos de la innovación (académicos, gubernamentales y empresariales) pueden articular con China acciones de investigación y desarrollo, en cooperación con centros de innovación, parques científicos y tecnológicos, institutos gubernamentales y universidades de muy diversas ciudades y regiones chinas.Ante el creciente interés de China por fortalecer la cooperación con América Latina, diversificando los ejes de la propia cooperación, la paradiplomacia entre actores subnacionales y tanques de pensamiento puede ser una ventana de oportunidad para que la cooperación tecnológica se vuelva fructífera para el desarrollo económico y social latinoamericano.
Desarrollo e innovación se encuentran indefectiblemente relacionados y,además, la innovación se produce y se dinamiza con colaboración y cooperación.América Latina puede encontrar en China oportunidades para su propio desarrollo, aprovechando la cooperación en innovación con el gigante asiático y sus dinámicos ecosistemas tecnológicos.